6.9.12

Tus manos siguen la senda de mi desnudo cuerpo
y desembocan en los oscuros rincones de mis deseos,
y allí, cual firmes centinelas
del mayor tesoro que poseo,
y cual ladronas de cuento,
se apoderan de mi voluntad de hierro.

¡Yacimos! yacimos durante mucho tiempo,
tu has hecho que me olvide del mundo,
que ya nada importe en mi pensamiento,
por ti, me dejé robar hasta el último suspiro....